Columna

Eterno dilema:

Los antibióticos del salmón cultivado y su impacto en la salud humana

A pesar de los avances en la reducción de antibióticos en la cría del salmón, la industria chilena sigue teniendo una de las tasas más altas a nivel global.

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Es bien sabido que el uso de antibióticos en la industria del salmón en Chile está ampliamente regulado por instituciones oficiales como el MINSAL, SAG y Sernapesca, ésta última, promotora del Programa de Optimización del uso de Antimicrobianos (PROA) en la salmonicultura, como una acción concreta para la prevención de la resistencia antimicrobiana (RAM), que opera desde el 2020. El tema del uso de antibióticos (AB) también despierta gran interés por parte de las ONG´s, la Academia y la gente común, manteniéndolo siempre visible por la implicancia de sus eventuales impactos a la salud humana y al medioambiente. Las buenas intenciones del PROA para reducir el uso de antibióticos en la industria, es un compromiso voluntario de las empresas participantes, lo cual no siempre resulta la prueba de la blancura que se espera como señal, considerando la histórica oposición de algunas empresas salmoneras a transparentar cifras de AB utilizados en la producción, disputa que, en más de una oportunidad, ha terminado en tribunales.

Es un hecho que ha habido importantes avances en la reducción del uso de AB en la salmonicultura nacional, pero también es un hecho que tenemos el karma de ser, por lejos, la industria del salmón a nivel global con mayor tasa de utilización de ellos.

La permanente lucha contra la Piscirickettsiosis (SRS) mueve la aguja en nuestra contra, pero es lo que corresponde a la realidad local y debe ser enfrentada con creatividad, mayor inversión, menor presión productiva, altura de miras y, por sobre todo, generosidad.

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Pero vamos a las cifras para entender el problema. Según las estadísticas oficiales del Sernapesca del año 2022, el consumo de antimicrobianos en la industria correspondió a 341,5 toneladas de ingrediente activo, concentrando su uso, principalmente, en los centros de engorda en el mar (97,7%), siendo el Florfenicol el mayormente utilizado, en el salmón del Atlántico. El 91,28% de estos antimicrobianos administrados fue para tratar el SRS, el 7,03% para Renibacteriosis (BKD) y el 1,52% para Tenacibaculosis, entre las enfermedades de mayor incidencia. Si consideramos que más del 99% de los AB utilizados en la fase marina fueron administrados vía oral (casi 310 toneladas), es ahí cuando aumentan los temores por aquel porcentaje desconocido de alimento medicado y fecas que pudo terminar en el lecho marino o comido por peces nativos, proyectando el riesgo de resistencia a los antimicrobianos más allá de los salmónidos en cultivo, pudiendo dar como resultado la selección de bacterias resistentes a los antibióticos y/o genes de resistencia a ellos.

Toda esta controversia llevó a que un grupo de académicos chilenos, pertenecientes a cinco instituciones de investigación, desarrollaran y publicaran, recientemente, un importante trabajo científico donde hicieron una evaluación cualitativa del riesgo de resistencia a los antimicrobianos en humanos por el consumo de filetes de salmón, debido al ya mencionado alto uso de antibióticos de nuestra industria. Es así como profesionales de las Escuelas de Medicina Veterinaria de la PUC de Chile y de la UNAB, del Millennium Initiative for Collaborative Research on Bacterial Resistance (MICROB-R), del Grupo de Resistencia Antimicrobiana en Bacterias Patógenas y Ambientales de la PUC de Valparaíso y del Departamento de Infecciones Pediátricas e Inmunología de la PUC de Chile, liderados por la Dra. Marilia Salgado-Caxito, se unieran para dar luces importantes de la relación entre los AB, los salmones que los utilizan y las personas que finalmente consumen estos peces.

La percepción multisectorial del riesgo de resistencia a los antimicrobianos (RAM) a través del consumo de filete de salmón se evaluó a través de datos obtenidos de discusiones durante un taller y de cuestionarios aplicados a expertos del mundo académico, del sector público y de la propia industria salmonera, lo cual proporcionó una comprensión integral y holística de los riesgos de RAM por el consumo de salmón.

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Los resultados del análisis de riesgo cualitativo sugirieron una probabilidad general "baja" de adquisición de RAM por el consumo de filete de salmón que había sido tratado durante el ciclo de producción con AB. La percepción del riesgo varió ligeramente entre las etapas de producción en agua dulce y agua de mar, percibiéndose la primera como aquella con un mayor factor de riesgo, debido a los tratamientos a reproductores, ovas y alevines en sistemas de cultivo con recirculación de aguas, los cuales prolongarían el contacto de los AB con los peces.

En consenso con todos los sectores, este riesgo general “bajo”, pero existente, probablemente estaba asociado con infecciones bacterianas y el uso de AB. Las conclusiones del estudio indican que dado que es esencial reducir el uso de AB en la industria salmonera chilena, este enfoque intersectorial y resultados consensuados podrían favorecer la implementación efectiva de iniciativas específicas para el control y la prevención de las principales enfermedades bacterianas.

A pesar del uso intenso de AB durante la producción de salmón en Chile, el riesgo de aparición y propagación de bacterias resistentes y/o genes de resistencia a ellos asociados al consumo de salmón se entendió como “bajo”. Lo anterior se puede interpretar como que los controles y protocolos de la autoridad fiscalizadora y de las empresas productoras, están funcionando y lo más probable es que así lo sea. Sin embargo, aquello no nos puede dejar satisfechos ni menos tranquilos, porque las casi 350 toneladas anuales de AB se siguen utilizando y administrando a través de alimento que se ofrece a los peces a través del agua, con todos los riesgos medioambientales involucrados. Algunos estudios sugieren que entre el 70% y el 80% de los AB administrados a los peces se excretan en el agua, pudiendo alterar las comunidades microbianas y la biodiversidad de los sedimentos, lo que contribuiría a la aparición de resistencia bacteriana a los antimicrobianos (Watts et al, 2017). Hoy no hay dudas que P. salmonis, causante del SRS, se está volviendo cada vez más resistente a importantes clases de antimicrobianos de primera línea.

Las bacterias resistentes a los antimicrobianos y los residuos de AB de la producción de salmón se siguen propagando en el medio ambiente marino y, por lo tanto, el riesgo de transmitirse a los humanos seguirá siempre latente.

Interesados en recibir el paper científico completo, escribir a : rodolfo.happyfish@gmail.com

Rodolfo Infante Espiñeira, MSc
Gerente Técnico
Happy Fish SpA