Columna

El silente cáncer que debilita a la industria:

Reflexiones del impacto del estrés en la salmonicultura chilena

Cada día contamos con más evidencias científicas que señalan que aquellos salmones que son criados respetando su propio bienestar animal, tienen mejores rendimientos productivos, asociados además a menores problemas sanitarios y, por ende, menores mortalidades. Manejar el estrés es la clave principal para garantizar el bienestar animal y optimizar la productividad.

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La mayoría de las fuentes de estrés en la acuicultura suelen ser inevitables ya que agrupan procedimientos propios de la actividad de cultivo, siendo la manipulación y el transporte aquellas prácticas rutinarias que pueden tener los efectos más significativos en la fisiología y la supervivencia de los peces. Resulta una contradicción monumental en la industria del salmón, que manejos que se realizan para potenciar y hacer más eficiente la producción terminen, en muchas oportunidades, minándola y perjudicándola.

Las estadísticas son lapidarias y se reflejan principalmente desde la siembra de smolts, cuando los peces experimentan el dramático cambio de hábitat, desde un ambiente dulceacuícola a uno salino, con todo lo que ello implica. Como dato al margen, tanto Noruega como Chile presentan cifras similares de mortalidad desde siembra a cosecha en Salmo salar, en el rango del 13 al 19%, con gran parte de las pérdidas poco después del ingreso de smolts a la engorda y relacionadas a eventos de estrés multi factorial. La operación de transporte de smolts sumada a dicha condición fisiológica, generan una cadena de potenciales estresores que estarán amenazantemente presentes para afectar a la salud y el desarrollo productivo futuro de los peces.

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¿Pero, hacemos algo al respecto en Chile? Poco o casi nada…. Los acuicultores nacionales son conscientes de las consecuencias del estrés de los peces en cultivo, pero presentan un limitado conocimiento de los principios biológicos básicos de dicha condición adquirida. Además, tienen poca exposición a la vinculación o conjunto de nexos entre estos conceptos y las cuestiones críticas del bienestar animal. Aun cuando la industria cuenta con muchas herramientas disponibles para el monitoreo y prevención del estrés, no todos los salmoneros han tenido contacto con la información disponible o conocen del valor de ésta a la hora de abordar temas de bienestar animal. Nos falta un largo camino para comprender los factores estresantes que afectan la explotación de peces, los que nos conducirán a implementar prácticas que reducirán el estrés y sus efectos perjudiciales. Es raro que esto ocurra, pues impacta negativamente en el bolsillo de los empresarios y ese es un dolor que siempre hace reaccionar con prontitud, aprendiendo y corrigiendo, pero este no ha sido el caso. Debemos aprender a integrar la información que hoy se maneja separadamente. Los transportes de peces, por ejemplo, generan una infinidad de registros periódicos de medición de parámetros de calidad del agua, sin embargo, no se complementan ni relacionan con información de la operación y extensión de la carga, salud de los peces, ayunos, densidades, estado de la ruta y un largo etcétera. Todo se maneja atomizadamente como si fueran eventos aislados que no se interrelacionan entre sí, por lo tanto, no se diseña ni planifica como un todo. De allí que la suma de estresores leves van actuando juntos, pudiendo llegar al extremo de causar la muerte de los peces.

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¿Acaso tenemos el cuidado, en el transporte de peces, de proteger a las branquias sabiendo que ellas constituyen aproximadamente el 90% de toda la superficie corporal del pez ? La respuesta es un NO rotundo, porque nunca lo supimos. Para la gran mayoría, las branquias son solamente una estructura más, la que ni siquiera se come. Todos los estresores afectan, directa o indirectamente, a la estructura branquial de los peces, poniendo en vilo el intercambio gaseoso, la regulación ácido-base, la osmorregulación y la excreción de productos metabólicos, generando una intrincada cadena de eventos fisiológicos que lo llevan a una condición de extrema labilidad y/o la muerte.

Es altamente posible que los eventos relacionados al estrés que les generamos a los peces mediante los manejos propios (o impropios) de la operación de cultivo sean la causa, directa o indirectamente, de la inmensa mayoría de las pérdidas económicas de la industria por degradación de calidad y/o mortalidades.

En Chile, como en muchos otros países productores de salmón, el estrés de los peces no se mide, no se cuantifica, no se registra, por lo tanto no se conoce su real dimensión, ni menos es posible predecir sus impactos y consecuencias del día a día, siendo tal vez el mayor handicap oculto de la industria global de la salmonicultura.

En la edición 158 de Mundo Acuícola (Diciembre, 2023) se planteó la importancia de poder evaluar mediante sensores, en tiempo real, la concentración de cortisol en el agua y correlacionarlo con el nivel de estrés de los peces in situ, pues el cortisol, el mayor indicador del nivel de estrés, difunde desde las branquias hacia el agua circundante. Dicha información es la antesala para establecer rangos de seguridad, tal cual hoy podemos hacerlo con el oxígeno, el dióxido de carbono, el pH, etc., que permitirán modular el factor que lo produce, evitando alcanzar niveles de riesgo de pérdidas de biomasa.

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El potencial de este logro abre posibilidades muy diversas, no solamente en el cultivo directo de los peces, sino que también en los numerosos procesos de su larga cadena productiva donde los salmones deben estar contenidos en aguas de flujo o circuito cerrado durante horas, días o meses.

Es así como los análisis de la cantidad de cortisol en el agua podrían hacerse en eventos de tratamientos veterinarios en estanques de piscicultura con flujo cerrado, en los transportes terrestres de peces en camiones, en el transporte marítimo de wellboats en régimen cerrado a aguas exteriores por riesgos sanitarios o de blooms de algas, en tratamientos contra el piojo de mar u otros ectoparásitos que se realizan en barcos-clínicas o lonas, en sistemas de cultivo RAS y, en general, en cualquier lugar y/o evento donde se requiere que los peces estén en aguas estancadas o recirculadas para su manejo y/o crianza.

En estos días de Aquasur, donde se genera discusión de alto nivel técnico para soluciones en la industria, éste es un tema que debe ser abordado seriamente. En el intertanto, los salmoneros a cargo de la operación y producción deberán estudiar, aprender, correlacionar, integrar, evaluar y pronto las mejoras llegarán, inevitablemente.

Rodolfo Infante Espiñeira, MSc
Gerente Técnico
Happy Fish SpA
rodolfo.happyfish@gmail.com