Columna

¿ Es posible implementarlo a nivel comercial ?

Evaluación cuantitativa remota del estrés sin estresar a los peces

El bienestar animal en la salmonicultura desafía con nuevos enfoques tecnológicos. El monitoreo del estrés mediante el análisis del agua promete una producción más ética y sustentable en la industria.

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El cultivo global de peces ha alcanzado hoy en día niveles de tecnología asombrosos, los que tienen la difícil tarea de coexistir con exigencias cada vez mayores de acciones concretas de bienestar animal que condicionan fuertemente y de manera creciente, los mercados y nichos que sustentan dicha filosofía de producción.

En Chile erróneamente se ha pensado por años que privilegiar el bienestar animal durante el ciclo de cultivo del salmón solo era sinónimo de aumentar los costos de producción, con el principal (o único) objetivo de satisfacer algunas “extravagantes exigencias” de compradores y/o consumidores finales y no las necesidades de los mismos peces, como paradójicamente siempre debió ocurrir. Cada día contamos con más evidencias científicas que señalan que aquellos salmones que son criados respetando su propio bienestar animal, tienen mejores rendimientos productivos, asociados además a menores problemas sanitarios y por ende, menores mortalidades, variables íntimamente relacionadas entre sí que se enfocan en una reducción de los costos de cultivo y un fortalecimiento de la ética humana en la producción animal. Esto último, algo que suena etéreo pero además tiene una valoración pecuniaria real en un creciente y demandante mercado externo que se interesa cada vez más en peces producidos respetando dicha filosofía.

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Dentro del bienestar animal, el manejo y control del estrés es la piedra angular que condicionará el resultado final del proceso de cultivo, algo muy difícil de llevar a la práctica debido a los intrincados y constantes manejos por los que deben pasar los peces en su extenso ciclo de producción. El estrés se convierte en aquel interruptor, que dependiendo de su posición final, determinará el éxito o el fracaso de, tal vez, todo el ciclo productivo.

A diario y en todos los centros de producción de salmón de Chile y el mundo se menciona la palabra "estrés", pero quién lo puede medir, evaluar, dimensionar de manera objetiva y sistemática para entender su ocurrencia y prevenirlo ? La respuesta es NADIE, pues es un indicador que requiere de muestreos como análisis de sangre, de tejido branquial, mucus, escamas y/u otras técnicas de carácter invasivo en los peces, que lo hacen hoy impracticable a un nivel de producción comercial.

El estrés de los peces no se mide, no se cuantifica, no se registra, por lo tanto no se conoce su real dimensión, ni menos es posible predecir sus impactos y consecuencias del día a día, siendo tal vez el mayor handicap oculto de la industria global de la salmonicultura. Suena de perogrullo, sin embargo es una contradicción monumental en la industria del salmón que manejos que se realizan para potenciar la producción de peces terminen, en muchas oportunidades, minándola y perjudicándola. ¿Se imaginan poder conocer exactamente el nivel de estrés de un grupo de peces, sin siquiera tocarlos, bajo alguna acción de manejo productivo (selección, conteo, cargas, descargas, transporte, vacunación, etc.) de manera de poder evitar que éste llegue a niveles que pudiesen perjudicarlos ? Esto que podría sonar a salmo-ficción puede ser prontamente una realidad que finalmente permita ver una prometedora luz de esperanza al final del túnel.

En una reciente publicación de la prestigiosa Revista Frontiers in Physiology, el Dr. Erik Höglund y su equipo de científicos del Instituto Noruego para la Investigación del Agua (NIVA) y del Centro de Investigación Costera de la Universidad de Agder en Kristiansand, Noruega, dan cuenta de protocolos de muestreo de agua que contienen peces con diferentes niveles de estrés, cuya evaluación se realiza analizando los niveles de cortisol en el agua, la principal hormona indicativa del estrés que secretan los peces para enfrentar situaciones aflictivas, la cual es difundida al medio acuático que los contiene principalmente a través de sus branquias y en menor medida a través de la excreción renal ; ahí está la clave !! Si bien esta técnica ha sido antes realizada a nivel de laboratorio y a muy pequeña escala, este estudio confirma la factibilidad de éxito en condiciones comerciales de engorda de salmón del Atlántico en un RAS de producción intensiva en Noruega.

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Es decir, que en un futuro muy cercano se podría desarrollar un mundo insospechado de posibilidades para evaluar y correlacionar, en tiempo real, la concentración de cortisol y el nivel de estrés de los peces mediante futuros sensores hormonales en el agua, cuyas lecturas y tabulaciones permitirán luego establecer rangos de seguridad tal cual hoy podemos hacerlo con otros parámetros de calidad del agua como con el oxígeno, el dióxido de carbono, el pH, etc., permitiendo con ello modular el manejo que lo produce, sin llegar a niveles de riesgo de pérdidas de biomasa. Sería un paso gigante en la industria de la salmonicultura y un desafío y nueva oportunidad de negocio para las empresas de tecnología en el monitoreo de aguas, aportando una solución que nace desde la fisiología de los peces.

El potencial de este logro abre posibilidades muy diversas, no solamente en el cultivo directo de los peces, sino que también en los numerosos procesos de su larga cadena productiva donde los salmones deben estar contenidos en aguas de flujo o circuito cerrado durante horas, días o meses.

Es así como los análisis de la cantidad de cortisol en el agua podrían hacerse en los tratamientos veterinarios en estanques de piscicultura con flujo cerrado ; en los transportes terrestres de peces en camiones ; en el transporte marítimo de wellboats en régimen cerrado a aguas exteriores por riesgos sanitarios o de blooms de algas ; en tratamientos contra el piojo de mar u otros ectoparásitos que se realizan en barcos-clínicas o lonas; en sistemas de cultivo RAS y en general en cualquier lugar y/o evento donde se requiere que los peces estén en aguas estancadas o recirculadas para su manejo y/o crianza.

Si bien el estudio del Dr. Erik Höglund y su equipo de científicos también estaba enfocado a evaluar respuestas conductuales en la alimentación de peces sometidos a estrés, las mediciones de cortisol en el agua son indicadores no invasivos muy prometedores que deben seguir siendo desarrollados de los procesos adaptativos asociados con la resiliencia al estrés de salmones mantenidos en las condiciones de aguas ya mencionadas.

Los peces siempre nos están hablando y enseñando, por lo que la atención y observación de sus señales nos irán dando caminos a soluciones que necesitamos para una salmonicultura más ética, eficiente y sustentable.

Interesados en recibir el paper científico completo, escribir a:

Rodolfo Infante Espiñeira, MSc
Gerente Técnico
Happy Fish SpA
rodolfo.happyfish@gmail.com