Columna de opinión

A menos que nos abramos al mundo:

El por qué perderemos la lucha contra el Caligus

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Pese al histórico esfuerzo de la salmonicultura chilena, la resistencia del piojo de mar sigue siendo un desafío inquebrantable. Mientras países como Australia logran colaborar globalmente para entender y combatir este problema, Chile sigue atrapado en soluciones locales.

La industria del salmón de Australia tiene un bajo nivel de parasitismo del piojo de mar Caligus longirostris, pariente muy cercano al nuestro, y aún así existe una activa y comprometida colaboración de investigadores de dicho país en el Proyecto CrispResist. ¿Qué ventajas vieron los australianos que no supimos ver nosotros?

Para nadie podría ser un misterio que la caligidosis es uno de los principales problemas sanitarios históricos de la industria del salmón de Chile. Dicha enfermedad causada por el ectoparásito marino Caligus rogercresseyi o piojo de mar, genera pérdidas económicas por mortalidad directa de los peces, por la mayor susceptibilidad de éstos a infecciones secundarias, por los altos costos de los tratamientos, por la extensión del ciclo de cultivo debido a la ineficiencia alimentaria de los peces, por la pérdida de calidad en el procesamiento, entre muchos otros etcéteras.

Lo anterior explica, y es de todo sentido común, que periódicamente aparezcan iniciativas privadas y gubernamentales para enfrentar este flagelo, las que se han liderado desde la industria, la academia, las entidades estatales relacionadas, los proveedores y en general muchas de las partes interesadas. Este tremendo esfuerzo no se ha reflejado en resultados concretos, pues seguimos lidiando con el piojo de mar tal cual ha ocurrido desde hace lustros en la historia de la salmonicultura local.

Es decir, hemos fracasado en su control y lo que es aún peor, se ha naturalizado el hecho que la matriz de costos del ciclo de cultivo considera importantes pérdidas porcentuales a mano de dicho copépodo marino, casi como un costo fijo pre-asumido. Los tratamientos farmacológicos utilizados para el control del piojo de mar han ido escalando en el tiempo, tanto en concentración como en peligrosidad ambiental y diversidad de los químicos utilizados, siempre con el factor común de un éxito temporal acotado y relativo, pues el objetivo se hace reiterativamente resistente y presente, casi omnipresente.

¿Pero dónde está el verdadero problema o será que nos enfrentamos a un enemigo indestructible? De verdad no lo creo y aunque obviamente no existe una “bala de plata” para solucionar este dolor de cabeza, tampoco necesitamos los medios de la NASA para avanzar en soluciones sustanciales. Recientemente se celebró el segundo congreso de caligidosis en Puerto Varas, donde se convocaron más de doscientas personas, lo que se catalogó como todo un éxito (¿económico?), con nutrida presencia de expositores exclusivamente chilenos.

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Sin ánimo de desmerecer, de ninguna forma, las capacidades intelectuales nacionales, se echó de menos la visión y experiencia de investigadores foráneos, los que normalmente cuentan con más medios económicos para R&D, lo que produce inevitablemente mayor eficiencia científica, sin ninguna duda. ¿Será que por años nos hemos estado mirando el ombligo y siendo autocomplacientes con los exiguos avances en desterrar este dolor de cabeza de nuestra industria? ¿Seremos capaces de solucionar entre nosotros este tormento sin recurrir a la ayuda externa? Los avances “made in Chile” existen, pero no se generan con la urgencia requerida.

Nuestra academia presiona por la generación constante de publicaciones a los investigadores para sus rankings y calificaciones, las que se enganchan con otros proyectos que permiten atraer fondos para seguir subsistiendo. Un modelo de pobreza franciscana de la generación del conocimiento en Chile. Lo único cierto es que durante las horas en que duró el congreso ya referido, fueron millones los copepoditos de Caligus que se asentaron sobre otro tanto de salmones a lo largo de nuestra costa sur austral, acrecentando aún más el problema.

En contrapartida, me llamó la atención conocer sobre el Proyecto CrispResist que se desarrolla principalmente entre países productores de salmón del hemisferio norte, más Australia como representante de nuestro hemisferio. Dicho proyecto reúne desde el año 2020 a destacados científicos de Noruega, Reino Unido, Canadá, EEUU, Suecia y Australia con el propósito de recopilar evidencia del por qué los piojos de mar se sienten atraídos por el salmón que a la postre parasitan. El Proyecto CrispResist se financia a través del Fondo Noruego de Investigación de Productos del Mar – FHF. Dicho fondo es una sociedad anónima estatal propiedad del Ministerio de Comercio, Industria y Pesca de Noruega, y financiada por la industria a través de un impuesto sobre las exportaciones de productos del mar noruegos del 0,3 % ... nadie presiona por publicaciones, los papers científicos se generan solos con el avance y resultados del proyecto; buen esquema a imitar, pero sigamos …

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Team Proyecto CrispResist con científicos de Noruega, Reino Unido, EEUU, Canadá, Australia y Suecia

La primera duda era básica pero daría las pautas a las líneas investigativas posteriores : El encuentro entre un piojo del salmón y su huésped comienza cuando el piojo se encuentra en su etapa larvaria de natación libre, conocida como copepodito. Sin embargo, al ser organismos diminutos en un vasto océano, ¿cómo localizan al salmón como su huésped? Simple y complejo a la vez. Por su parte Nicholas Robinson, coordinador del proyecto e investigador de NOFIMA, Noruega confirmó que “se cree que la señalización química juega un papel clave en la comunicación huésped-parásito y los científicos lo han confirmado”. El proyecto ha estado investigando los químicos liberados por el salmón Atlántico que sirven como atrayentes a los piojos de mar.

Los investigadores identificaron supuestos semioquímicos o compuestos de origen biológico llamados kairomonas que afectan el comportamiento de los animales de la misma especie o de otras. Las kairomonas producidas principalmente en la piel del salmón ayudan a los piojos a encontrar al salmón por el olor. La función del equipo científico es descubrir los mecanismos que subyacen a la variación entre especies en la resistencia del huésped a los piojos de mar y aplicar este conocimiento para mejorar la resistencia del salmón del Atlántico en la acuicultura global. Un objetivo crucial es identificar y documentar los genes y mecanismos responsables de la diferencia en la resistencia a los piojos de mar entre las especies de salmónidos. Está bien establecido que ciertas especies de salmón del Pacífico, como el Coho, son resistentes a los piojos de mar, mientras que el salmón del Atlántico es muy susceptible.

Obviamente sabemos que el piojo de mar que asola al hemisferio norte corresponde a otro género e incluso otra especie del parásito que tenemos en Chile, lo cual no debería ser un impedimento para haber participado del proyecto. La industria del salmón de Australia tiene un bajo nivel de parasitismo del piojo de mar Caligus longirostris, pariente muy cercano al nuestro, y aún así existe una activa y comprometida colaboración de investigadores de dicho país en el Proyecto CrispResist.

¿Qué ventajas vieron los australianos que no supimos ver nosotros? Algo me hace sospechar que hace falta más modestia en el investigar, en el aprender de los demás, en poder pedir ayuda para avanzar en un problema sanitario que persiste desde hace décadas en nuestra industria. Mientras sigamos teniendo a los “jaguares de Latinoamérica” en nuestras mentes nos aislaremos del mundo, los avances reales no llegarán y seguiremos perdiendo una y otra vez las batallas contra la caligidosis. Si persistimos en esta línea de acción, la única buena noticia será que ello no impedirá que se sigan organizando exitosos y complacientes encuentros científicos locales y que nuevos químicos potenciados reemplacen, una y otra vez, a aquellos que ya no tendrán efecto.

Rodolfo Infante Espiñeira, MSc
MSc Aquaculture (U. Stirling, Scotland)
rodolfo.happyfish@gmail.com