Salmonicultura

Investigadora analiza el uso de antimicrobianos en la salmonicultura

Reproducimos la columna de opinión de la Dra. Sandra Bravo, quien aborda el desafío de reducir el uso de antimicrobianos en la salmonicultura chilena.

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De acuerdo a los datos publicados por Sernapesca, en 2022 la industria del salmón en Chile tuvo una reducción del 51% en el uso de antibacterianos respecto a 2015, reportándose 320 g de ingrediente activo por tonelada de salmón cosechado, en comparación a Noruega que reportó 396 kg de ingrediente activo para alrededor de 1,5 millones de toneladas de salmón cosechado en 2022.

Así, la industria del salmón en Chile enfrenta el desafío de reducir el uso de antibacterianos en comparación con Noruega, y en ese sentido, la investigadora Dra. Sandra Bravo ha señalado algunas razones detrás de esta diferencia.

Una de las grandes amenazas para la salmonicultura, a nivel global, son las enfermedades infecciosas, siendo las de mayor severidad las causadas por virus y bacterias intracelulares. Esto, porque a la fecha no se han logrado desarrollar vacunas efectivas para su prevención y porque en el caso de las bacterias intracelulares Renibacterium salmoninarum, causante de la enfermedad bacteriana del riñón (BKD) y Piscirickettsia salmonis, causante del síndrome rickettsial de los salmones (SRS), los escasos antibacterianos disponibles no logran un control efectivo. Esto ha generado que sea Chile, entre de los países productores de salmón, el que utiliza los mayores volúmenes de productos antibacterianos por tonelada de salmón cosechado.

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El bajo uso de antibacterianos en Noruega, es atribuido al uso de vacunas para el control de enfermedades bacterianas que afectaron en sus inicios a la industria noruega. La diferencia en los volúmenes de antibacterianos entre ambos países, es explicada por las características de las bacterias que afectan a los salmones de cultivo. Para el caso de las bacterias extracelulares, el desarrollo de vacunas no es un gran desafío, de hecho, el desarrollo de las primeras vacunas datan de 1942 y a mediados de 1970 ya habían vacunas disponibles en el mercado norteamericano contra Yersinia ruckeri, Vibrio anguillarum y Vibrio ordalii. Por el contrario, a la fecha no se han logrado desarrollar vacunas que den una protección total contra virus y bacterias intracelulares, como es el caso de Piscirickettsia salmonis.

Los registros de altas mortalidades causadas por SRS datan de 1983, sin embargo, solo a partir de 1989 se pudo conocer al agente causal, lo que permitió aplicar mejores estrategias de control e incursionar en el desarrollo de vacunas. Pero, a pesar del desarrollo biotecnológico de los últimos años, a la fecha no se han logrado desarrollar vacunas efectivas para el control de BKD y tampoco para SRS. Del total de antimicrobianos usados por la salmonicultura en 2022, el 97,7% se suministró en la fase de engorda en el mar y de este total, 91,28% se uso en el control de SRS y 7,03% para el control de BKD.

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La pregunta recurrente es, ¿por qué Piscirickettsia salmonis causa altas mortalidades en Chile y no en los otros países productores de salmón?. Los salmones son peces introducidos desde el hemisferio norte, y es altamente probable que este patógeno haya sido también introducido a través de la importación de ovas infectadas en los inicios de la salmonicultura, tal cual ocurrió con Renibacterium salmoninarum. De hecho, el primer registro de esta bacteria data de 1970 en Canadá. Otro aspecto importante a tener en consideración es que en la Región de Magallanes el SRS no genera los cuadros infecciosos registrados en las regiones de Los Lagos y Aysén, siendo el BKD el principal problema, lo que podría indicar que condiciones de altas temperaturas podrían estar propiciando los brotes de SRS. Esto coincide con los brotes de SRS registrados en Noruega en el otoño de 1988 y con los brotes reportados en Canadá en 2015.

En base al conocimiento hasta ahora disponible, sabemos que los patógenos intracelulares presentan mecanismos que les permite protegerse de los antibacterianos y de la acción de las vacunas, que los peces tienen un sistema inmune primitivo respecto a otros animales, y que los brotes de infección causados por patógeno septicémicos se activan por eventos de estrés y situaciones que atentan contra el bienestar de los peces. Así, en ausencia de vacunas efectivas, los productores han puesto más atención en las necesidades y requerimientos fisiológicos de los peces, lo que se ha traducido en mejores resultados productivos y en una disminución importante del uso de antibióticos.

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