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Cultivo de Turbot: Diversificación con sello académico

Con más de dos décadas de desarrollo, el cultivo de turbot liderado por la Universidad de Los Lagos se posiciona como un referente en diversificación acuícola, integrando transferencia tecnológica, formación especializada y proyección productiva.

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La diversificación acuícola es un pilar clave para avanzar hacia una mayor seguridad alimentaria, con impactos positivos desde el punto de vista nutricional, ambiental, sanitario, comercial y tecnológico. Apostar por nuevas especies permite no solo fortalecer la sustentabilidad del sector, sino también ampliar la oferta de nutrientes funcionales disponibles en la producción de alimentos de calidad para la población.

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Mauricio Pinilla, director de Desarrollo de la Unidad de Producción Acuícola, ULagos

Una de las iniciativas que encarna esta visión de diversificación se desarrolla en el sur de Chile, específicamente en la localidad de Metri, a unos 30 kilómetros de Puerto Montt. En este punto del litoral, el Centro Experimental de Acuicultura y Ciencias del Mar (CEACIMA), de la Universidad de Los Lagos, alberga un proyecto singular: el cultivo de turbot, una especie que ha sido objeto de investigación y desarrollo durante más de dos décadas.

Mauricio Pineda, director de Desarrollo de la Unidad de Producción Acuícola (UPA) de la ULagos y encargado del centro de cultivo Metri, explica que diversificar implica repensar los pilares sobre los cuales se ha construido históricamente la acuicultura en el país. El investigador subrayó que el cultivo de nuevas especies permite no solo ampliar la base productiva del país, sino también formar profesionales con un enfoque más integral, capaces de enfrentar las dificultades propias de especies que no cuentan con tecnologías estandarizadas ni modelos de negocio consolidados. “Nuestros alumnos están capacitados para poder tomar esos desafíos”, explica.

La especie

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En este escenario, el turbot —pez plano, no nativo, originario de Europa y de alto valor gastronómico— emerge como un ejemplo concreto del potencial que tiene la diversificación acuícola en Chile. Conocida por su carne firme y sabrosa, esta especie es altamente valorada en mercados internacionales como España, Portugal y Francia, y ha comenzado a instalarse en el consumo nacional gracias a una demanda creciente de productos del mar de calidad.

Desde su base operativa en Metri, un equipo de profesionales e investigadores trabaja desde hace más de dos décadas en el cultivo de esta especie marina no nativa, combinando objetivos académicos, tecnológicos y productivos. El proyecto nació en 1998, cuando se decidió importar ejemplares de turbot desde Europa, específicamente desde Francia. El objetivo inicial fue doble. Por un lado, desarrollar el cultivo comercial de una especie altamente valorada en el viejo continente. Por otro, utilizar su ciclo biológico como modelo técnico para adquirir conocimientos aplicables al cultivo de peces marinos nativos del sur de Chile.

Con el paso del tiempo, y tras superar numerosas dificultades, la UPA logró adaptar completamente la tecnología de cultivo a las condiciones locales. Hoy en día, el centro ejecuta el ciclo biológico completo del turbot, incluyendo el manejo de reproductores, hatchery, nursery, preengorda y engorda, proceso que actualmente toma entre 18 y 20 meses. Este conocimiento ha permitido no solo estabilizar la producción, sino también consolidar un equipo con experiencia en especies marinas, capaz de enfrentar los desafíos propios de una acuicultura no convencional.

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Pineda destaca que, a diferencia de otras unidades universitarias centradas exclusivamente en la investigación, la Unidad de Producción Acuícola de la Universidad de Los Lagos opera como una unidad productiva con un enfoque técnico aplicado: “Nosotros no somos académicos, somos una unidad de producción acuícola con profesionales, ingenieros en acuicultura, ingenieros en alimentos y todo un staff productivo”.

Luego de años de desarrollo y adaptación tecnológica, la Unidad de Producción Acuícola (UPA) ha logrado estabilizar una producción mensual que varía entre 200 y 500 kilos de turbot, en tallas que oscilan entre los 800 gramos y 1,2 kilos, el tamaño más demandado por los compradores, que prefieren una talla pequeña. Esto, a diferencia de Europa, donde la talla comercial alcanza los 1,5 kg.

Actualmente, el turbot cultivado en el centro de Metri se comercializa a 13 dólares por kilo, precio puesto en el mismo centro de cultivo. El pescado se vende entero, eviscerado, y es transportado por las empresas compradoras hasta las plantas de proceso o puntos de distribución, principalmente en Santiago. En el comercio minorista, como en supermercados del sector oriente de la capital, puede alcanzar valores cercanos a los 22 mil pesos chilenos por kilo, lo que refleja su posicionamiento como producto gourmet.

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La demanda interna por este pez ha mostrado un crecimiento sostenido, impulsada por el aumento del consumo de pescados y mariscos en el país, que según Pineda ha subido un 50% en los últimos diez años, comenzando con la popularidad del sushi en las mesas chilenas. A eso se suma un mayor poder adquisitivo de los consumidores, lo que ha generado condiciones más favorables para introducir un producto de alto valor como el turbot en el mercado nacional.

Frente a esta demanda creciente, las proyecciones de la UPA apuntan a escalar la producción a 2 toneladas mensuales en el corto plazo, y a 5 toneladas mensuales como meta futura. No obstante, el principal obstáculo para avanzar en ese camino es la falta de capital para escalar a un centro de cultivo de mayor capacidad. “Nosotros cultivamos a nivel semiindustrial, con tecnología de punta, pero no a ese nivel”, aclara Pineda. A pesar de ello, destaca que el modelo ha demostrado ser técnica y comercialmente viable, abriendo una puerta concreta para el desarrollo futuro del cultivo de turbot en Chile.

Aprendizajes

El camino hacia una producción estable de turbot en Chile no ha estado exento de desafíos. Desde el inicio del proyecto en 1998, el equipo de la UPA ha debido sortear complejidades tanto técnicas como biológicas, propias del cultivo de una especie marina no tradicional en el país. Una de las primeras dificultades enfrentadas fue la nutrición de los reproductores, etapa clave para asegurar la calidad de los huevos y la sobrevivencia de las larvas.

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A diferencia de especies como el salmón, que presentan huevos de mayor tamaño y larvas más robustas, el turbot tiene huevos de apenas un milímetro de diámetro y larvas extremadamente pequeñas, lo que hace imposible alimentarlas desde el inicio con dietas inertes. Para resolver esto, fue necesario implementar un sistema de alimentación basado en dietas vivas, comenzando con rotíferos y luego con nauplios de artemia, ambos enriquecidos con ácidos grasos esenciales como el DHA y EPA.

Otra área que requirió ajustes fue la de condiciones de cultivo, incluyendo variables como temperatura del agua, densidad de siembra, tipos de estanques y manejo del fotoperiodo. Aunque la literatura técnica europea ofrecía parámetros de referencia, fue necesario adaptarlos a las particularidades del sur de Chile, donde el invierno puede afectar significativamente los ritmos de crecimiento.

(Continúa en página 18)