Producción Agua dulce

Río Petrohué consolida a Camanchaca en la vanguardia de pisciculturas RAS

La planta opera con más del 99 % de recirculación, destacando por bioseguridad, eficiencia hídrica y bajas mortalidades en smolts.

Camanchaca1.jpg

En el sector de Ensenada, junto al río Petrohué, Salmones Camanchaca opera una de las pisciculturas más avanzadas del país en cultivo de smolt en agua dulce. Con más de dos décadas de experiencia en el uso de tecnología de recirculación (RAS), la planta Río Petrohué se ha consolidado como referente en innovación, eficiencia hídrica y sostenibilidad ambiental.

La instalación produce más de 14 millones de smolts al año, principalmente de salmón del Atlántico, en un entorno altamente controlado que asegura condiciones óptimas durante todo el ciclo de cultivo. Su diseño automatizado ha permitido desarrollar un modelo productivo robusto, que reduce riesgos sanitarios, mejora la trazabilidad y proyecta una menor huella ambiental.

Camanchaca2JPG.JPG
Fernando Vásquez, subgerente de Agua Dulce de Salmones Camanchaca

En visita a sus instalaciones, Mundo Acuícola conversó con Fernando Vásquez, subgerente de Agua Dulce de Salmones Camanchaca, sobre la evolución de este proyecto pionero y los desafíos que implica operar una planta altamente tecnificada. “Cuando partimos, en 2001, la recirculación era todavía un experimento en Chile. Hoy, esta instalación concentra toda la producción de salmón del Atlántico de la compañía en agua dulce y ha servido como modelo para otros centros, incluso fuera del país”.

El ejecutivo recordó que el camino no fue sencillo: “Al principio con mucho ensayo y error, adquiriendo conocimientos de esta nueva dinámica de cultivo. Con el tiempo fuimos evolucionando y hoy día el 50–60% de la industria está enfocada en este tipo de producción. Yo diría que, así como en algún momento Camanchaca fue la universidad de la pesca, nosotros hemos sido un poco la universidad de la recirculación aquí en Chile y en el mundo”.

Camanchaca3.JPG

La piscicultura cuenta con un sistema de recirculación completamente integrado, diseñado para garantizar estabilidad operativa y control sanitario en todas las etapas del cultivo. Cuatro pozos profundos abastecen de agua las instalaciones, y cada unidad funciona de forma compartimentalizada, lo que permite ajustar condiciones específicas según la etapa del pez y aislar eventuales contingencias. La arquitectura permite operar con una recirculación superior al 99%, minimizando el uso de agua fresca y reduciendo el impacto ambiental.

El monitoreo de parámetros como oxígeno disuelto, CO₂, temperatura y pH es continuo y automatizado. El sistema cuenta con mecanismos de respaldo y regulación que permiten corregir desviaciones de manera inmediata, incluyendo inyectores de oxígeno, ajustes de flujo y alarmas en línea que activan la intervención del equipo.

Camanchaca4.JPG

Ingeniería productiva

Uno de los pilares del sistema es la biofiltración, dimensionada según la carga alimenticia para evitar acumulación de compuestos como el amonio. “Por cada kilo de alimento entregado al agua necesitas un área de 100 metros cuadrados de biofiltración. Si el biofiltro es menor, el agua se satura y los peces lo pagan. Ese es el mayor problema que existió en el pasado: el biofiltro es el corazón del sistema. Si no dimensionas bien la biofiltración, el sistema se sobrecarga, el amonio sube y, todo falla”, explicó Vásquez.

El sistema incorpora también hidrociclones, filtros rotatorios, ozonización y desinfección UV, además de lagunas de decantación y clarificadores que aseguran la calidad del agua antes de su liberación al río Petrohué. Los lodos generados se valorizan externamente como insumo para la producción de biogás, y todo el proceso se mantiene trazable bajo exigentes estándares ambientales.

Camancha55.jpg

Actualmente la planta produce entre 12 y 13 millones de smolts con un peso promedio cercano a los 120 gramos, que es la capacidad establecida del sistema. Según Vásquez, el diseño también abre la opción de producir peces más robustos para sitios de mar más desafiantes. “Hoy estamos sacando smolts de 170 a 180 gramos y productivamente podemos llegar hasta 200 gramos sin problema. Pero eso implica reducir el número de peces o hacer nuevas inversiones. Con el mismo volumen de agua no puedo tener 12 millones a 200 gramos, tendría que producir menos. Es una proyección que nos interesa desarrollar para centros de alta energía”, explicó. “La clave está en tener un pez que soporte condiciones más exigentes en mar. Un smolt bien formado define buena parte del éxito productivo en la siguiente etapa”.

Otra de las fortalezas destacadas del sistema es su entorno cerrado, que minimiza la exposición de los peces a patógenos y vectores externos. Cada módulo cuenta con acceso restringido, protocolos estrictos de desinfección y compartimentalización sanitaria, lo que reduce la necesidad de antibióticos o tratamientos correctivos. “El objetivo de esta planta fue garantizar una condición sanitaria libre de enfermedades, con todo el sistema contenido y sin posibilidad de escapes ni de exposición a agentes externos. Desde ese punto de vista, el impacto ambiental es mínimo y el control sanitario, mucho mayor”, señaló Vásquez.

Camanchaca6JPG.JPG
Equipo de Mundo Acuícola con Fernando Vásquez

La trazabilidad sanitaria abarca desde la recepción de ovas hasta la cosecha de smolts, con registros en tiempo real que permiten anticipar riesgos y tomar decisiones antes de que se generen problemas. Este control se traduce en bajas mortalidades y menor necesidad de manejo correctivo. “Cuando el entorno es estable y los peces están bien, se nota en todo: comen mejor, crecen parejos, y requieren mucho menos manejo”.

Río Petrohué se proyecta como una plataforma flexible, capaz de ajustarse a distintos requerimientos productivos. Aunque actualmente está enfocada en la producción de smolts de salmón del Atlántico, su diseño permite modificar densidades, fotoperíodos, perfiles nutricionales y condiciones sanitarias para adaptarse a otras especies o a nuevas exigencias del mercado.

El desafío hoy es sostener la eficiencia operativa y la calidad sanitaria en un contexto de creciente presión por costos y mayores exigencias regulatorias. “Lo más distintivo de nuestra operación es la eficiencia en el uso de agua. Por cada kilo de alimento utilizamos solo entre 0,6 y 0,8 metros cúbicos, menos del 1% de recambio. Es un consumo mínimo frente a los beneficios productivos y sanitarios que genera”, enfatiza Vásquez.