Mejorando la sobrevivencia en el transporte terrestre de peces
Últimamente, hasta se ha integrado la “Inteligencia Artificial” al transporte de peces, sin embargo, existen vacíos enormes por “Desinteligencia Natural” que están siempre asechando y poniendo en jaque el éxito de toda la operación.
Las mejoras tecnológicas en la industria del salmón son evidentes, optimizando cada uno de los eslabones de la extensa e intrincada cadena productiva. El transporte terrestre de peces no ha quedado ajeno a este acelerado desarrollo, pues hoy cuenta con camiones altamente sofisticados, con una amplia gama de sistemas de monitoreo de la calidad de agua y transmisión remota de datos. Últimamente, hasta se ha integrado la “Inteligencia Artificial” al transporte de peces, sin embargo, existen vacíos enormes por “Desinteligencia Natural” que están siempre asechando y poniendo en jaque el éxito de toda la operación. ¿Será por desprolijidad, desconocimiento, costos o una combinación de éstas? … no lo sé, pero ocurre con gran frecuencia. Aquí destacaremos “tips” que sin dudas, de ser aplicados, mejorarán el bienestar y la sobrevivencia de los peces transportados.
Antes de entrar en materia, debemos erradicar de nuestro vocabulario el errado concepto de “mortalidad normal de traslado”. No es normal que los peces se mueran a consecuencia de un traslado bien realizado. Dicho concepto obedece a justificaciones para ocultar errores o procedimientos mal desarrollados, a los que con descaro se le pre-asignan valores porcentuales de pérdidas. Hecho el punto, vamos con las mejoras:
1.- Cálculo correcto de la densidad de traslado.
Desde el inicio de la industria este cálculo se ha sub-evaluado. Se acostumbra a dividir la biomasa por el volumen total de los estanques. Es decir, si un camión tiene 27 metros cúbicos de capacidad y queremos transportar Kg 2.430 de peces, entonces se dice que la densidad final de transporte es de 90 Kg/m3, lo cual es un gran error que se repite en todo el transporte terrestre y marítimo de la industria. Los peces al entrar a los estanques desplazarán un volumen de agua similar al propio, es decir, habrá menos agua disponible de la calculada en un principio. Siguiendo este mismo ejemplo, los salmones desplazan aproximadamente 1,3 kilos de agua por cada kilo propio, debido a espacios de aire en su vejiga, intestinos, cavidad abdominal y a la menor densidad de su alta grasa corporal. Entonces, Kg 2.430 de peces vaciarán 3.159 de los 27.000 litros de agua iniciales del camión, dejándolos en solamente 23.841 litros. Esto significa que la densidad real de traslado será de casi 102 Kg/m3 y no de los 90 Kg/m3 como supusimos en un inicio, diferencia suficiente para generar un sinnúmero de inconvenientes que no serán atendidos por ser desconocidos. Lo anterior es la principal fuente de la “mortalidad normal”. Este aparente pequeño error, por desconocer el Principio de Arquímides, generará muchos otros inconvenientes de los que mencionaremos sólo algunos.
2.- Deterioro de la calidad del agua y eventual daño mecánico de los peces.
El trasladar más biomasa sin saberlo (o sin haberlo calculado correctamente) conlleva a innumerables riesgos, como el cálculo sub-óptimo del consumo de oxígeno, el incremento de la producción de dióxido de carbono (CO₂) y desechos nitrogenados, el aumento del estrés, el daño mecánico entre los peces en piel y ojos, el deterioro general de la calidad del agua, cúmulo de factores que pueden hacer que el viaje fracase. Sin considerar además, que las compañías aseguradoras de la carga probablemente no cubrirán el traslado bajo estas condiciones, ni menos pagarán las pérdidas ante un eventual siniestro. Este último punto no es menor.
3.- La sal que nunca debió estar ausente.
La concentración interna de sales en los peces es de aproximadamente 9 g/l. Eso significa que si al agua de traslado se le agrega una cantidad de sal similar, mejorará radicalmente la capacidad osmorreguladora de los peces al no invertir energía para mantener un equilibrio hídrico adecuado. La presencia de iones de cloruro de la sal compite con los iones de nitrito por su absorción a través de las branquias. Esta competencia reduce la cantidad de nitrito que entra en el torrente sanguíneo del pez, disminuyendo así los efectos tóxicos y el estrés. Adicionalmente, la sal actúa como tampón para neutralizar la caída del pH debido al CO₂ de la respiración, ayudando a evitar la acidosis y sus negativas consecuencias. Además, concentraciones de 3 a 6 ppt de sal inhiben la aparición de infecciones por hongos oportunistas (Saprolegnia) y bacterias (Flavobacterium), entre muchas otras ventajas. ¿Por qué entonces no se masifica el uso de la sal en el transporte de peces?4.- ¿Cuándo es el mejor momento para trasladar peces?
Parece otro detalle pero no lo es. El clima determina, en gran medida, el nivel de riesgos del traslado. La presión atmosférica tiene una influencia significativa en la cantidad de CO₂ disuelto en el agua. De acuerdo a la Ley de Henry, la cantidad de gas que se disuelve en un líquido es proporcional a la presión parcial de ese gas sobre el líquido. En palabras simples, con clima lluvioso la presión atmosférica disminuye y favorece la liberación del CO₂ del agua al medio ambiente. Con buen tiempo ocurre lo contrario y el riesgo de deterioro de la calidad de agua aumenta, aun cuando existan sistemas de aireación para liberar este compuesto tóxico. Resumiendo y de ser posible, el transporte de peces debiese programarse siempre con malas condiciones climáticas o baja presión atmosférica.5.- Inclusiones tecnológicas que debiesen ser incorporadas prontamente.
Muchos transportistas de peces ofrecen generar bajos niveles de cortisol (indicador de estrés) y con ello resguardar el bienestar animal. Si el estrés de los peces no se mide, no se cuantifica, no se registra, jamás se conocerá su real dimensión, ni menos será posible predecir sus impactos y consecuencias. La tecnología actual ha permitido el desarrollo de biosensores de fibra óptica y polímeros de impresión molecular para la detección no invasiva y en tiempo real del cortisol en el agua que contiene los peces. Pronto debiésemos tener disponible dicha tecnología en el transporte terrestre de peces. También se echa de menos los equipos enfriadores de agua similares a los “chillers” de algunos wellboats. La capacidad de bajar la temperatura del agua de traslado permite reducir la tasa metabólica de los peces y con ello disminuir el consumo de oxígeno, la generación de CO₂ y de metabolitos nitrogenados, así como de sólidos en suspensión que mejorarían la calidad del agua y el bienestar animal durante el transporte.
6.- Un último apunte sobre Bioseguridad.
Todo el esfuerzo para resguardar la bioseguridad de la operación de traslado puede ser en vano con solo una omisión, como ocurre con las mangueras de descarga de peces desde los camiones a barcos o jaulas, las cuales normalmente no son desinfectadas. Frecuentemente el éxito o fracaso dependerá de pequeños detalles. Y por favor, no descarguemos los últimos peces de los estanques del camión a escobillonazos ...La implementación de estas y otras mejoras no implica aumentar los costos de traslado. Muy por el contrario, significa bajarlos al mejorar la sobrevivencia y bienestar de los peces durante y posterior a éste. La clave está en la correcta aplicación del conocimiento disponible y la adecuada capacitación de los conductores, mucho más allá que la simple operación de sistemas de monitoreo.
MSc Aquaculture (U. Stirling, Scotland)
Aquaculture Advisor
rodolfo.happyfish@gmail.com