UST abordó la gobernanza sanitaria en acuicultura
Expertos debatieron en UST sobre bioseguridad, sostenibilidad y antimicrobianos bajo el enfoque Una Salud en la acuicultura del sur de Chile.
La Universidad Santo Tomás de Puerto Montt reunió el jueves 10 de julio a referentes del ámbito público, académico y productivo en el conversatorio “Políticas Públicas Una Salud: Desafíos para la Gobernanza Sanitaria en la Acuicultura del Sur de Chile”. La actividad fue organizada por la Facultad de Recursos Naturales y Medicina Veterinaria, en coordinación con el Centro CAPIA y la carrera de Medicina Veterinaria.
El encuentro buscó instalar una reflexión interdisciplinaria sobre los retos actuales de la bioseguridad, el uso de antimicrobianos, la sostenibilidad de los sistemas productivos y la coherencia normativa bajo el enfoque One Health. La jornada contó con exposiciones de representantes de Intesal, AmiChile, Sernapesca, el centro CAPIA, y la participación internacional de Santiago Vega, académico de la Universidad CEU Cardenal Herrera (España), y la catedrática mexicana Izarrelly Rosillo.
Sobre los alcances de Una Salud, la decana de la Facultad de Recursos Naturales y Medicina Veterinaria, Carmen Luz Barrios, explicó que el enfoque Una Salud fue adoptado como sello institucional de la facultad en 2020, con énfasis en pertinencia territorial. “Este enfoque, sin duda, toma mucha relevancia con el tema del COVID. Lo hemos incorporado en el pregrado, la investigación, el posgrado y la vinculación con el medio”, señaló.
Uso de antimicrobianos

Uno de los ejes críticos del conversatorio fue el control del uso de antimicrobianos en la salmonicultura, así como los desafíos sanitarios para una producción sostenible. Desde la Oficina Central de Sernapesca en Valparaíso, el jefe del Departamento de Salud Animal, Osvaldo Sandoval, expuso los principales resultados del monitoreo nacional, señalando que “el índice de consumo de antimicrobianos anual fue de 340 gramos por tonelada, un poco más de un 3% respecto del año pasado, concentrado entre los meses de enero y abril”. Este aumento, explicó, se asocia directamente a “eventos medioambientales estresantes que afectaron la inmunidad de los peces y generaron mayor enfermedad”.
Sandoval detalló también las medidas regulatorias adoptadas por el servicio para reducir el uso de fármacos de importancia crítica. “Desde 2021 restringimos el uso de medicamentos como la eritromicina, y ya no se utiliza flumequina desde 2018. Además, promovemos programas voluntarios como ProA-Salmón para ir más allá de la norma”.
El representante de Sernapesca destacó además la importancia de contar con estrategias integradas que consideren tanto los marcos legales como las herramientas tecnológicas de fiscalización. Subrayó que “la fiscalización del alimento medicado comienza en las plantas productoras, continúa en los centros de cultivo y finaliza en los controles de inocuidad en destino”. En ese sentido, insistió en que la autoridad sanitaria está comprometida con una gestión basada en evidencia, articulada con lineamientos internacionales y con foco en salud pública: “Nuestro trabajo no solo se orienta a proteger los peces, sino también a garantizar la seguridad alimentaria y las condiciones para el acceso a mercados exigentes”.
Desafíos globales
Desde la perspectiva gremial, Alexander Jaramillo, coordinador de Salud e Inocuidad de Intesal, abordó el rol de la salmonicultura en el contexto de los desafíos globales en seguridad alimentaria y cambio climático. “Una salud no puede ser solo un discurso técnico. Tenemos que mirar cómo se interrelacionan los desafíos sanitarios, ambientales y productivos, y cómo se articula una gobernanza efectiva entre industria, ciencia y Estado”, afirmó durante su exposición. A juicio del especialista, la acuicultura chilena —y en particular el salmón— cuenta con atributos que permiten enfrentar estas exigencias con ventajas comparativas frente a otras fuentes de proteína animal.
En su intervención, Jaramillo presentó datos que muestran la eficiencia ambiental del salmón cultivado, en comparación con otras carnes. “El salmón tiene una baja huella de carbono, bajo uso de agua y alta conversión en proteína de calidad. Es una fuente de alimento saludable y ambientalmente competitiva”, subrayó. Agregó que la clave está en mantener estos atributos sin perder de vista la licencia social: “La sustentabilidad no es un punto de llegada, es una dinámica. Requiere equilibrio entre lo social, lo regulatorio, lo ambiental, y eso solo se logra con gobernanza y diálogo territorial”.
Perspectiva internacional
Desde una mirada internacional, el catedrático de Sanidad Animal de la Universidad CEU Cardenal Herrera de Valencia, Santiago Vega, advirtió sobre la creciente desconexión entre los sistemas productivos y las demandas de la ciudadanía. “Los consumidores ya no priorizan el precio. Prefieren alimentos más caros, pero que garanticen salud, origen, bienestar animal y sostenibilidad”, señaló. A su juicio, Europa atraviesa un momento crítico, con normativas cada vez más exigentes que han derivado en el cierre masivo de granjas y pérdida de soberanía alimentaria: “Estamos haciendo tan difícil producir que la gente se retira. Y cuando dependes de otros países para alimentarte, tu margen político también desaparece”.
Vega instó a los sectores acuícolas y agropecuarios de América Latina a observar este proceso con atención. “El Green Deal europeo busca un continente con cero contaminación al 2050, pero está desincentivando la producción local. La sostenibilidad no puede ser solo un eslogan: tiene que incorporar viabilidad económica, responsabilidad social y respeto ambiental, pero también sentido estratégico”, dijo. Además, puso el foco en la comunicación como parte de la gobernanza: “Los técnicos no hemos sabido contar lo que hacemos. Necesitamos bajar el mensaje a la sociedad, a los colegios, a las redes, para no perder la licencia social”.
Hacia una gobernanza sanitaria participativa
La catedrática de derecho ambiental Izarrelly Rosillo, académica de la Universidad Autónoma de Querétaro, aportó una reflexión jurídica desde México. “Tenemos que avanzar hacia un cambio de paradigma, donde las decisiones políticas y normativas se enmarquen en la protección de derechos fundamentales, tanto humanos como ambientales”, afirmó. Según su diagnóstico, los países de ingresos medios como Chile enfrentan una tensión estructural entre desarrollo económico y protección del entorno. “La gobernanza sanitaria debe considerar la participación efectiva de las comunidades, las universidades, la industria y el Estado. Sin eso, no hay sostenibilidad posible”.
El conversatorio permitió articular perspectivas complementarias entre la academia, la industria, el sector público y la comunidad internacional, destacando la urgencia de avanzar hacia políticas sanitarias integradas, con pertinencia territorial y proyección global. A lo largo de la jornada, quedó en evidencia que el enfoque Una Salud no puede limitarse al plano conceptual o normativo, sino que debe traducirse en prácticas concretas de gobernanza, diálogo y corresponsabilidad entre todos los actores del ecosistema acuícola. Como señalaron diversos expositores, el desafío es producir más y mejor, sin perder la legitimidad social ni la sostenibilidad ambiental que exige el nuevo contrato entre ciencia, producción y ciudadanía.