Acuicultura

¿Por qué contar con un Ministerio de Acuicultura, Pesca y Maritorio?

Marcelo Campos, socio fundador de Acuasesorías, plantea que sin una institucionalidad propia, la acuicultura chilena seguirá sin poder incidir en las decisiones del Estado.

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Con más de 45 años de trayectoria en la acuicultura chilena, Marcelo Campos, socio fundador de Acuasesorías, sostiene que los problemas del sector no se reducen a lo técnico ni a lo normativo. A su juicio, existe una falla de origen: la falta de una gobernanza sólida que permita al rubro incidir en las decisiones del Estado. Por eso propone la creación de un Ministerio de Acuicultura, Pesca y Ordenamiento del Maritorio, que dé al sector el nivel de representación política que hoy, asegura, no tiene.

“Si la industria acuícola es uno de los principales motores de la economía chilena, ¿cómo te explicas que no tenga un ministerio propio?”, plantea Campos, aludiendo a la debilidad estructural del sector frente a otras áreas productivas que sí cuentan con representación directa a nivel ministerial.

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Marcelo Campos, socio fundador de Acuasesorías

En entrevista con Mundo Acuícola, Campos repasa la trayectoria de Acuasesorías, consultora que fundó en 2003 y que hoy tiene presencia en todo el país. La firma tiene un enfoque especializado: asesoría integral en temas normativos, técnicos, ambientales, jurídicos y de borde costero. Campos y su equipo han estado involucrados en proyectos desde el extremo norte, como un plan de conservación ecosistémica en Arica y Parinacota, hasta litigios por espacios costeros en el sur.

Dentro de esta basta experiencia, Campos identifica un problema estructural: la ausencia de una institucionalidad que aborde la acuicultura como política de Estado. “Seguimos parchando. Es lo que yo llamo la solución ’parche curita’. No se puede seguir remendando un sistema que ya no da más”, advierte. En este sentido insiste en que lo que se necesita es una reingeniería profunda, una reforma que parta desde las bases normativas.

La Ley Lafkenche

Para Marcelo Campos, la Ley Lafkenche se ha transformado en uno de los principales nudos institucionales que enfrenta hoy la planificación del borde costero. Sin rechazar su espíritu original, insiste en que su aplicación actual ha derivado en trabas que dificultan el desarrollo productivo y generan conflictos de uso. “No me atrevería a decir que hay que eliminarla, pero sí que hay que modificarla profundamente”, afirma. Cuestiona que se asignen espacios a comunidades sin tradición marítima documentada y advierte sobre el riesgo de inmovilizar zonas con potencial económico: “La ley debería fomentar el desarrollo, no inmovilizarlo. Si alguien solicita un espacio, tiene que usarlo, generar riqueza, no bloquear el uso a otros sin ningún fin”.

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Este conflicto, explica, lo viven cotidianamente desde Acuasesorías. “Nos ha tocado negociar con comunidades para que liberen una franja costera donde un cliente lleva años tramitando una concesión.”, afirma.

El trasfondo de estas tensiones, según Campos, es la falta de una planificación seria del uso del maritorio. Por eso insiste en que el país debe asumir que el mar no puede seguir siendo una zona de nadie, regida por normas dispersas, sin una institucionalidad acorde. “Los edificios se construyen desde el subterráneo. Esta actividad también. Y no se puede seguir legislando sobre el quinto piso sin tocar las bases”, subraya.

Marcelo Campos no solo tiene una mirada institucional. También lanza una crítica de fondo sobre el lugar que ocupa la acuicultura en la conciencia nacional. “Si no fuera por esta industria, Chiloé no tendría lo que tiene hoy: caminos, conectividad, supermercados, farmacias. Es una transformación completa”, enfatiza. Cuestiona la falta de visibilidad positiva del sector, tanto a nivel regional como nacional. “Hemos sido cómplices del silencio. No nos hemos atrevido a decir con fuerza que esta industria genera riqueza, empleo, desarrollo”, lamenta.

En un país donde la política pública sobre el mar sigue siendo dispersa, parcial y muchas veces reactiva, Marcelo Campos plantea una visión que busca reorganizar el tablero. “Esto requiere voluntad política. Y esa voluntad solo vendrá si la industria tiene presencia real en el aparato del Estado. Mientras no exista un Ministerio que le dé voz, seguiremos siendo espectadores del conflicto y no protagonistas del desarrollo”.

Manuela Barrueto B.